El palacio blasonado, las casas y el cementerio, el bosque de robles y carrascas, con los esqueletos de los olmos secos, el silencio y la soledad llenos de cantos de pájaros, hacen del pueblecillo un espacio romántico admirable.
Las 132,58 hectáreas de superficie se extienden, relativamente llanas, a los lados del regacho que baja desde los montes de Arístregui por Sarasa, en cuyo término fue construida a finales del XIX una presa, todavía conservada, desde la que desviaban el agua por un canal o acequia de kilómetro y medio de longitud, para riego de fincas y abastecimiento de la población, según solicitud de Julián Juanmartiñena (1914, AMiza:Exp. pos.).
Limitan el territorio los de Sarasa (norte), despoblado de Laquidáin (en Larragueta de Ansoáin) (este), Iza (sureste) y Aldaba (sureste y este). Lo cruza la línea férrea, que tiene en Zuasti la única estación entre Pamplona e Irurzun, y la autopista por el extremo norte bordeando el robledal.
Era en 1366 uno de los lugares más poblados de la Cendea, con ocho vecinos de condición hidalga, y otros más (no registrados en los Libros de fuegos, de condición de labradores) cuyas pechas percibía en 1392 Martín Martíniz de Uriz.
A finales del siglo XIV Leonel de Navarra, bastardo de Carlos II, poseía el palacio local que hacia 1468 había pasado a Garcia Périz de Zuazti (Pro. Sal., Car. 1, n. 4). Fermín Martínez de Elizalde, «zalduna» o caballero de Zuasti a mediados del siglo XVIII, comenzó a intitularse dueño del lugar, quizás por compra de casas y haciendas. Por matrimonio de Josefa Martínez de Elizalde, hija de Felipe y heredera de sus bienes, con Manuel Angel de Juanmartiñena, del noble solar de su apellido de Aldaz de Larráun, celebrado en 1825 el lugar pasó a esta familia, propietaria actual. Uno de sus miembros lleva el título de Conde de Aldaz concedido por Carlos VII a un antepasado por servicios prestados a la causa durante la guerra carlista.
Por los años 1829 decía poseer casa en Aldaz Manuel María de Iribas, vecino de Pamplona, propietario del contiguo lugar desolado y término redondo de Laquidáin, discutiendo a Juanmartiñena el título de «dueño territorial y solariego del lugar». Este alegó que el lugar pertenecía a su familia «desde el año 1540 por lo menos» y «que desde el año 1805 no ha habido ni hay otro dueño que la familia Juanmartiñena», afirmaciones no ajustadas a la verdad.
Desde la Edad Media hasta el siglo XVIII hubo familias de vecinos propietarios de casas y haciendas, algunas de ellas nobles y blasonadas. Como concejo de vecinos eran dueños de los bienes comunales; como parroquianos, ejercían el derecho de presentación de abades para su iglesia de San Andrés, que hacia 1840 ostentaba el Marqués de Bessolla, según Madoz. A costa de los bienes primiciales aportados por los vecinos se mantenían templo y culto. Rector y primicieros hicieron contrato con Lope de Lerga, pintor de Huarte cabe Pamplona, para dorar y pintar el retablo mayor (29 junio 1617); años después emprendieron obras de cantería en la torre y el campanario.
Zuasti es compuesto de zu(h)aitz, zugaitz, zugatz «árbol bravío» más -ti, variante de -di tras sibilante, con significado de «arboleda bravía».
El término de Larratxe, hoy con una moderna urbanización, designa en euskera terrenos incultos sólo aprovechables para pasto de ganado. En varias poblaciones navarras se utiliza el término «Larraz» para designar este tipo de terrenos, aunque (caso de Burlada) hoy estuviera en el centro del pueblo.